La diabetes infantil, es una de las enfermedades crónicas más comunes durante la infancia y la adolescencia a nivel mundial. Su incidencia ha aumentado un 3,9% en los últimos años según un estudio elaborado por EURODIAB, especialmente entre los menores de 5 años.

Elsa, es una niña madrileña de 5 años, a la que le fue diagnosticada Diabetes Mellitus Tipo 1 (enfermedad autoinmune producida por la incapacidad del cuerpo para producir insulina) en 2015, cuando tenía solo tres años. Azahara, madre de la pequeña, nos cuenta como su hija debutó como diabética “después de unos días con fiebre Elsa estaba decaída, bebía mucha agua, iba al baño a hacer pis constantemente y perdió 2 kg en muy poco tiempo (se quedó en 14 kg)”.

Elsa debutó como diabética con 3 años después de unos días con fiebre.

Azahara, madre de la pequeña

Tanto Azahara como su marido, Alejandro, que debutó como diabético a la edad de 15 años, no dudaron en llevarla al Hospital Universitario La Paz donde estuvo ingresada durante una semana. “Al llegar a La Paz el nivel de glucosa de Elsa sobrepasaba los 400 mg/dl (el nivel normal de un niño está entre 80 – 120 mg/dl). Estuvimos en Urgencias durante 4-5 horas hasta que se estabilizó el azúcar en la sangre y pasó a planta. Durante una semana tuvimos formaciones donde las enfermeras de diabetes nos enseñaron cómo pincharle insulina para controlar su nivel de glucosa, cómo preparar un menú diario o cómo convivir con la enfermedad… Además, a la niña también le indicaron qué debía comer y qué no, o de qué alimentos podía prescindir”.

Aunque desconocen el origen de la enfermedad, los médicos coinciden en que la genética, su padre también es diabético, o el uso de antibióticos y corticoides para controlar sus alergias alimenticias, Elsa tiene alergia a la proteína de la leche, al huevo y, por prevención, tiene prohibido tomar frutos secos y mariscos, pudieron acelerar la aparición de la enfermedad. Cada 6 meses Elsa va al hospital para realizarse una analítica y, de forma anual, tiene una revisión de la vista y pruebas de celiaquía (algunos expertos relacionan ambas enfermedades) aunque, por el momento, han resultado negativas.

El día a día

Elsa debe pincharse, al menos, 4 veces al día: antes del desayuno, la comida y la cena. Existen dos tipos de insulina, la conocida como lenta, que mantiene la insulina durante todo el día y se pincha en la pierna a primera hora de la mañana y la rápida, inyectada en el brazo antes del desayuno, la comida y la cena.

Cada mañana Azahara mide el nivel de glucosa de la niña y prepara las raciones del día o equivalentes de hidratos de carbono que puede comer, las cuáles pueden variar en función de la edad.

“Elsa suele comer cinco veces al día siempre a la misma hora: desayuna 350ml de leche de soja con Cola-Cao sin azúcar, 9 galletas de soja y 100ml de zumo envasado. A media mañana hace un pequeño almuerzo con galletas (la ración varía en función del nivel de glucosa que tenga en ese momento), jamón de york o un yogur de soja. A la hora de la comida el menú cambia cada día: por ejemplo, si hay cocido, tomaría 100g cocidos de fideos, 50g de garbanzos y 100g de fruta (pera o manzana). Para merendar, aunque la mayoría de los niños deben pincharse insulina, tras hablar con el endocrino, Elsa suple este pinchazo con comida libre: jamón de york, embutidos, atún, yogur de soja sin azúcar… Una cena normal puede incluir 150g de patata cocida, para hacer un puré, con leche de soja, salchichas (cantidad libre) y 100g de fruta”.

La cantidad de cada ración es obligatoria pero la medida de los alimentos es siempre orientativa y puede ser modificada por las preferencias del paciente, por ejemplo, si quiere incluir pan, Coca Cola Zero sin azúcar, helado… Además, estas pueden variar en función de la actividad física diaria de la persona diabética. En el caso de Elsa, antes de cada clase de Educación Física o Baile Moderno (actividad extraescolar que puede realizar al ser impartida por una estudiante de Medicina de 4º curso), la enfermera del centro mide su nivel de glucosa para, si fuera necesario, regularlo ante la actividad que va a realizar con zumos o galletas.

Las estaciones del año también influyen en la dieta del diabético. Cuando Elsa se pone mala en invierno y tiene que tomar antibiótico se debe tener en cuenta la cantidad de azúcar de cada medicamento o, si tiene gastroenteritis, con vómitos, como la mayoría de los niños con la enfermedad, debe pasar la noche ingresada en el hospital para regular la glucosa.

Cómo medir el nivel de glucosa en la sangre

Además del método tradicional para medir el azúcar de la sangre mediante un pinchazo en el dedo de la mano para extraer una gota de sangre con una lanceta (aguja especial para este fin), existen parches como el que lleva Elsa que se adhieren al brazo detectando el nivel de glucosa mediante un sensor en cualquier momento durante dos semanas. “Decidimos utilizar el método del parche poco después de que debutara como diabética ya que, a pesar de su elevado coste  (60 €/15 días) -no está cubierto por la Seguridad Social- es más cómodo tanto para Elsa como para nosotros”.

El control exhaustivo del nivel de azúcar en la sangre permite controlar las denominadas subidas de azúcar, más de 220 mg/dl, que podrían controlarse con ejercicio: andar, montar en bici, ir al parque…, o las bajadas de azúcar (menos de 70 mg/dl) que los padres de Elsa regulan con la ingesta de 100ml de zumo, chucherías…

Consejos para otros padres con niños con diabetes

Los padres de Elsa tienen claro que la sociedad no está adaptada para este tipo de enfermedades: “Si alguno de los amigos de Elsa celebra su cumpleaños, por ejemplo, en un parque de bolas, si no nos llevamos nosotros la comida, no podría acudir porque no tienen básculas para pesar las raciones. En las excursiones del colegio, si no existe un enfermero de apoyo que pueda acudir para estar pendiente de la niña tendría que ir un familiar o Elsa no podría acudir y lo mismo ocurre en los comedores de la Comunidad de Madrid … Para ellos, el mejor consejo para alguien que se acaba de enterar que su hijo es diabético es “que se arme de paciencia y luche; que intenten llevarlo con la mayor naturalidad posible y hacer sentir a su hijo uno más”.

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