Después de seis años de estudio en la Facultad de Medicina, preparar el examen MIR, la euforia de aprobar la oposición y conseguir la ansiada plaza llega el momento de incorporarse al que será durante (al menos) varios años el lugar de trabajo. Los primeros días son sin duda el momento más esperado por la mayoría de los R1 (conocer nuevos compañeros, familiarizarse con el Hospital escogido, adoptar rutinas de trabajo, asistir a cursos de introducción…) y están siempre llenos de emoción y entusiasmo.

La constancia, la ilusión e iniciativa por aprender, el trabajo en equipo o reconocer las fortalezas y debilidades serán clave en tu éxito durante la residencia

La constancia en el trabajo durante el periodo de residencia es fundamental para completar el proceso formativo iniciado en la universidad de forma exitosa. Hacerlo además con ilusión e iniciativa por aprender y hacer cosas marcarán el camino que convertirán al residente en un buen médico.

Al entrar en el hospital se han adquirido numerosos conocimientos teóricos, pero apenas se ha tenido contacto con el paciente. Un R1 es una persona en formación que está empezando a poner en práctica todo lo estudiado en los últimos años de su vida por lo que es muy importante sus ganas de seguir aprendiendo. El residente debe preguntar cualquier duda que le surja, por insignificante que parezca, y nunca dar nada por hecho. La medicina es un trabajo en equipo donde es posible aprender de todos (enfermeros, anestesistas, celadores …) y cualquier visión diferente a la propia puede aportar algo.

Una buena forma de asentar los conocimientos adquiridos cada día consiste en repasar los casos clínicos de la jornada haciendo hincapié en aquellos que han llamado más la atención, que han sido solucionados de una forma diferente a la que se había pensado inicialmente o que han sido más complicados/problemáticos.

Reconocer las fortalezas y debilidades de cada uno es clave para saber en qué aspectos se debe esforzar más el residente y en cuáles (aunque resulten más sencillos o atractivos) se debe insistir menos.

En el proceso de aprendizaje se recomienda dejar de lado la competitividad adquirida durante los años de universidad/examen MIR ya que lo verdaderamente importante durante la residencia es asentar conocimientos prácticos y, además, hacerlo lo mejor posible. Fomentar el compañerismo en el Hospital debe ser un objetivo común a conseguir por residentes, adjuntos y especialistas ya que este genera un clima favorable para el aprendizaje.

Por último, si se tiene la oportunidad, realizar rotaciones externas en centros de reconocido prestigio a nivel nacional o internacional puede aportar el médico residente una visión diferente a la hora de aplicar técnicas o tratamientos.

 

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